Tras unas
semanas de intenso trabajo en nuestros respectivos laboratorios, finalmente os
traemos nuestro siguiente post en el
que vamos a tratar de manera delicada un tema de rigurosa actualidad, del que
todos hemos oído hablar en los medios de comunicación y que suscitó cierto
interés en las encuestas que realizamos en nuestras redes sociales: el impuesto sobre las bebidas azucaradas. Introduciremos
la prevalencia mundial de, por un lado, las conocidas como enfermedades no
transmisibles y, por otro lado, del sobrepeso y la obesidad como potenciales
factores de riesgo de padecer alguna de estas patologías; analizaremos los procesos
metabólicos que relacionan el consumo excesivo de azúcar con un incremento en
el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad y/o diabetes; finalmente, entraremos
en detalle acerca del porqué de este impuesto, qué es lo que pretende
conseguir, qué países ya lo han establecido y el estado actual de la propuesta
en nuestro país.
¡No os lo perdáis!
http://images.natureworldnews.com/
¿Qué son las “enfermedades no transmisibles” y qué relación guardan con el sobrepeso y la obesidad?
A título
introductorio, veamos unas cuantas cifras de la OMS: en 2012, 38 millones
de personas murieron debido a las conocidas como “enfermedades no transmisibles” o NCDs (del inglés non-communicable
diseases), patologías crónicas entre las que se encuentran las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, el
cáncer y la diabetes. Impacta el hecho de que, de ese total, casi la mitad
(42%) falleció de manera prematura, es decir, antes de los 70 años de edad.
Existe una relación directa entre sobrepeso y obesidad con el riesgo de padecer una NCD. Un individuo
de peso normal tiene un Índice de Masa Corporal (IMC) de entre 18 y 25, por lo que definimos sobrepeso como un IMC superior a 25 y
obesidad como un IMC superior a 30. Siguiendo con las
estadísticas de la OMS, en el año 2013 42 millones de niños
menores de 5 años, lo que
supone el 6.3%, sufría sobrepeso alrededor de todo el mundo, cifra que ha ido
incrementándose con el tiempo ya que en el año 2000 el porcentaje era del 5% y
en 2010 del 6%. Dada la tendencia anterior, tememos que seguirá aumentando con
el paso de los años si no se pone solución. Así mismo, en 2014 padecieron
sobrepeso un 39% de los adultos
mayores de 18 años.
Dentro de las
NCDs, nos centraremos más específicamente en la diabetes como consecuencia del sobrepeso y la obesidad. En 2012 fue
responsable directa de 1.5 millones de muertes y en 2014 afectaba al 9%
de la población mundial, lo cual se traduce en más de 422 millones de
personas. Es evidente, por tanto, que entre sobrepeso, obesidad y diabetes nos
encontramos ante una verdadera epidemia.
Nota F. Algaba: Mi grupo de investigación en Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (DIAMET) se dedica a estudiar los
fenómenos y alteraciones metabólicas que ocurren sobre todo en diabetes y
obesidad, por lo que vivo muy de cerca el tema en cuestión al trabajar a diario
con la información y estadísticas que aquí se presentan.
¿Qué papel juega la alimentación?
Un consumo
excesivo de dietas con un alto contenido en grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal,
en combinación o no con una insuficiente actividad física, contribuye al desarrollo
de sobrepeso, obesidad y diabetes, así como de otras NCDs de manera directa o
indirecta. Con azucares libres (free
sugars) nos referimos a monosacáridos como la glucosa o la fructosa y a
disacáridos como la sacarosa (azúcar de mesa), y es en ellos en los que nos
vamos a centrar por los motivos que a continuación se detallan. Estos
compuestos abundan en cantidades desorbitadas en las bebidas azucaradas como los refrescos, zumos y néctares que gran
parte de la población consume prácticamente a diario y pueden suponer
una fuente de calorías totalmente innecesaria que pasa desapercibida. Por ejemplo, una lata de Coca Cola contiene 35
gramos de azúcar, el equivalente a 9 cucharadas pequeñas (click en la imagen para más detalles).
Según el Dr.
Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición para la Salud y el
Desarrollo de la OMS, nutricionalmente hablando las personas no necesitamos
ningún tipo de azúcar libre en la dieta. Una sola lata de refresco contiene
más del 100% de todos los azúcares libres considerados óptimos por la
OMS al día. Las calorías que proporcionan tienen un valor nutricional muy bajo
ya que no aportan prácticamente ningún tipo de nutriente (vitaminas, minerales,
antioxidantes, etc.). Son las conocidas popularmente como “calorías vacías”. Además, dichos productos suelen ser bastante
baratos y accesibles, por lo que esto es particularmente en el caso de niños,
adolescentes y jóvenes adultos, propensos consumidores de los mismos.
Sin entrar en
detalles ni tecnicismos metabólicos, debemos saber que un exceso de azúcar que
nuestro cuerpo no necesita acabará transformándose en ácidos grasos y
almacenándose en el tejido adiposo en forma de grasa, lo cual se traduce
en un incremento de la masa corporal y favorece la aparición de sobrepeso y, de forma más avanzada, obesidad. Por otro lado, al consumir
alimentos o bebidas ricos en azúcares aumenta la glucemia sanguínea, a lo que
nuestro páncreas responde secretando insulina
para que los diferentes órganos y tejidos que necesiten glucosa puedan
utilizarla. Ante una situación de hiperglucemia prolongada, aparte de lo que
acabamos de mencionar de la acumulación en forma de grasa, nuestro páncreas
puede fallar intentando cubrir el incremento en las necesidades de insulina, lo
cual puede desencadenar una desregulación metabólica que conduzca, en
última instancia, a padecer diabetes tipo 2.
Recordamos que la diabetes por definición es una condición patológica multifactorial
desencadenada por la incapacidad del páncreas de producir la cantidad de insulina
que el cuerpo necesita, por la resistencia a la acción de la misma para retirar
la glucosa plasmática o por la combinación de ambas.
http://www.who.int/
La obesidad y la diabetes implican, además, un estado crónico de inflamación leve que puede alterar muchas vías metabólicas y producir
una gran variedad de complicaciones en diferentes órganos y tejidos, destacando:
- Daños visuales: riesgo de ceguera.
- Pie diabético: llegando incluso a la amputación.
- Enfermedad renal: pudiendo ser necesaria la diálisis o el trasplante de riñón.
- Neuropatía: afección de los nervios periféricos que puede derivar en dolor, hormigueo o pérdida de sensibilidad, entre otros. Complicación más prevalente, presente en el 60-70% de las personas con diabetes.
- Aterosclerosis: obstrucción de la luz de los vasos sanguíneos comprometiendo la irrigación cardiaca, cerebral, intestinal y de extremidades inferiores.
http://www.who.int/
Todas estas
complicaciones disminuyen muy significativamente la calidad de vida de los
pacientes que la padecen y suponen una gran carga económica para el sistema
sanitario en general. No hemos de olvidar tampoco los daños psicológicos y sociales que conllevan.
Se ha
demostrado que un incremento en los
impuestos o tasas de ciertos productos influencia nuestro comportamiento
como consumidores, por lo que se ha sugerido la intervención económica en determinados
alimentos y bebidas azucaradas con el objetivo de mejorar los hábitos
dietéticos de la sociedad, reduciendo su consumo y, por tanto, la ingesta excesiva
de calorías innecesarias. Es de esperar que dicha propuesta logre su objetivo
como se ha demostrado previamente con la reducción en el consumo de tabaco.
Con todo ello se pretende conseguir un incremento en la compra de alimentos
saludables y una disminución en la adquisición de menos saludables, reduciendo
factores de riesgo de padecer una enfermedad no transmisible como el peso
corporal, la presión sanguínea o los niveles de colesterol, entre otros. También
disminuirá el gasto sanitario que supone el tratamiento de las personas
afectadas, pudiéndose destinar ese dinero a políticas adicionales de promoción
de la salud.
Cada vez más
países se están sumando a esta iniciativa, la cual, como todo gran cambio, suscita
mucha polémica entre la población. Pero la realidad es que esto no es nada
nuevo: son varios los países, algunos de ellos en Europa, en los que ya se
ha implantado una subida de impuestos en diversos alimentos y bebidas con
resultados muy prometedores. En todos los casos se ha reducido el consumo de los alimentos y bebidas afectados de
forma considerable, reduciendo la
mortalidad por NCDs. He aquí los ejemplos más relevantes:
- Dinamarca implantó un impuesto a los alimentos que contuvieran grasas saturadas en 2011, el cual fue abolido en 2013 por su baja popularidad.
- En 2014, Ecuador impuso un impuesto en bebidas azucaradas y en alimentos con alto contenido en grasas, azúcar o sal.
- Desde 2011, Finlandia aplica impuestos especiales sobre dulces, chocolate y bebidas no alcohólicas, los cuales se incrementaron en 2012 y, posteriormente, en 2014.
- Francia adoptó en 2011 una tasa especial a bebidas que contengan azúcar o edulcorantes añadidos.
- Hungría, en 2011, impuso un impuesto a alimentos no esenciales que pueden suponer un riesgo para la salud, lo cual se estableció en base al contenido en azúcar, sal y metilxantinas (estimulantes como la cafeína, la teofilina del té o la teobromina del chocolate).
- México tiene el mayor consumo de bebidas azucaradas del mundo. La prevalencia de obesidad ha alcanzado el 71% en adultos y el 30% entre niños y adolescentes. En 2006, la población con diabetes suponía el 14% del total. Ante estas cifras, en 2014 el gobierno impuso un impuesto especial a todas las bebidas no alcohólicas con azúcar añadido, así como a ciertos alimentos no esenciales con un denso contenido calórico (snacks, chocolate, helados, dulces, etc.).
- En Estados Unidos, California ha sido el líder en considerar y promover políticas que regulen la venta de bebidas edulcoradas desde 1999. En 2014, la ciudad californiana de Berkeley fue la primera del país donde se aprobó un impuesto especial sobre las mismas. A pesar de entonces la continua oleada de intentos y campañas para imponer tales tasas adicionales especialmente en California pero en general en todo el país ha servido para educar a los consumidores en este ámbito.
Otros países como Filipinas,
Reino Unido, Portugal e Irlanda
ya han anunciado también su intención de incrementar los impuestos de las
bebidas azucaradas en un futuro próximo.
A raíz de lo mencionado anteriormente, la OMS ha publicado el
documento “Fiscal policies for diet and
prevention of non-communicable diseases” a modo de llamamiento mundial
para aplicar intervenciones económicas en bebidas azucaradas dado el buen
resultado mostrado en otros países. Concretamente, sugiere un incremento en los
impuestos de al menos el 20%. El etiquetado de estos productos con un impuesto
adicional deberá servir también para concienciar a los consumidores al asociar
la etiqueta con algo potencialmente perjudicial para la salud.
En España la propuesta se
lanzó a finales de 2016, a lo que el Gobierno especificó que “irá en la línea de otros países” y que
recaudará unos 200 millones de euros en 2017. Actualmente la propuesta se
encuentra pendiente de aprobación con los Presupuestos Generales del
Estado para 2017. Deberemos esperar todavía un poco más para ver qué
consecuencias económicas, sanitarias y sociales desencadena en nuestro país.
Particularmente,
estamos completamente de acuerdo con esta subida de impuestos sobre las
bebidas azucaradas si contribuye a disminuir la incidencia de sobrepeso,
obesidad, diabetes y, en general, cualquier proceso patológico desencadenado o
favorecido por las mismas. Debemos abrir los ojos a la realidad que estamos
viviendo y si la única manera de conseguirlo es tocando el bolsillo de los
consumidores, que así sea. Para quienes trabajamos en el sector sanitario es
verdaderamente alarmante la cantidad ingente de personas que acuden con un
problema de salud subsecuente a un exceso de masa corporal, sobre todo niños y
adolescentes. Esto debe detenerse. Un cambio a la versión “light” o
“zero” puede ayudarnos a seguir disfrutando de nuestra bebida favorita, siempre
con moderación y en su justa medida, a pesar de que la tasa especial también
afectará a las versiones edulcoradas bajas en calorías. Así mismo, pensamos que estos productos
deberían ser considerados como un capricho puntual (donde esté el agua mineral
“que se quite lo demás”).
REFERENCIAS
- www.who.int/es
- www.diamet.org
- Taxing caloric sweetened beverages: potential effects on beverage consumption, calorie intake, and obesity. Smith A, Biing-Hwan L, Jonq-Ying L. Economic Research Report number 100, United States Department of Agriculture 2010.
- Are taxes on fatty foods having their desired effects on health? Smed S, Robertson A. BMJ 2012; 16;345:e6885
- Global action plan for the prevention and control of noncommunicable diseases 2013–2020. OMS report. Génova 2013.
- The health benefits of selective taxation as an economic instrument in relation to ischaemic heart disease and nutrition-related cancers. Holm AL, Laursen MB, Koch M, Jensen JD, Diderichsen F. Public Health Nutr, 2013; 16(12):2124–31.
- Assessing the potential effectiveness of food and beverage taxes and subsidies for improving public health: a systematic review of prices, demand and body weight outcomes. Powel LM, Chriqui JF, Khan T, Wada R, Chaloupka FJ. Obes Rev. 2013; 14(2):110–28.
- Comprehensive implementation plan on maternal, infant and young child nutrition. OMS report. Génova 2014.
- Food classification systems based on food processing: significance and implications for policies and actions: a systematic literature review an assessment. Moubarac J-C, Parra DC, Cannon G, Monteiro CA. Curr Obes Rep. 2014; 3(2):256–72
- Fiscal Policies for Diet and Prevention of Non-communicable Diseases. OMS Technical meeting report. Génova 2015.
- Taxes on sugar-sweetened beverages as a public health strategy: the experience of Mexico. Pan American Health Organization 2015.
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