En este
tercer post queremos hablaros de la relación existente entre epilepsia y
cannabis, un tema de rigurosa actualidad, todavía en proceso de proporcionar
una conclusión/es definitiva/s, que nos ha fascinado de principio a fin.
Trataremos de introducir brevemente el cómputo de procesos que definen la
epilepsia, analizando su incidencia y su etiología. Posteriormente, veremos
cómo el compuesto cannabidiol, uno de los compuestos no psicotrópicos del
cannabis, puede influenciar en el curso de la enfermedad y los resultados
obtenidos hasta la fecha. Finalmente comentaremos algunas conclusiones y
perspectivas futuras.
¡Esperamos que os guste!
La epilepsia es un trastorno neurológico
crónico definido como una condición cerebral que causa convulsiones espontáneas
y recurrentes. El termino convulsión describe episodios breves de movimientos
involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo o a su totalidad. A su
vez, la frecuencia de las mismas puede variar desde menos de una al año hasta
varias al día. Muchas veces se agravan progresivamente y están acompañadas de
alteraciones cognitivas y del comportamiento. La epilepsia afecta a personas de
todas las edades y la padecen unos 50 millones de personas alrededor del mundo
(OMS 2016). En España, según la Sociedad Española de Neurología, los casos de
epilepsia alcanzan los 400000 afectados. Las causas de la epilepsia son
variadas y, sin entrar en demasiados detalles, dichas causas pueden consistir
en:
- Daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales.
- Malformaciones congénitas o alteraciones genéticas con malformaciones cerebrales asociadas.
- Traumatismo craneoencefálico grave.
- Accidente cerebrovascular o isquémico que limite la entrada de oxígeno al cerebro.
- Infecciones cerebrales como meningitis y encefalitis, entre otros.
- Algunos síndromes genéticos.
- Tumores cerebrales.
A nivel
fisiopatológico, las convulsiones pueden definirse como un cambio temporal,
excesivo y descontrolado en la actividad eléctrica de un grupo de neuronas, las
cuales constituyen el llamado foco
epileptógeno. La actividad eléctrica neuronal viene dada por el potencial
de membrana y este depende de las concentraciones intra- y extracelular de
iones, así como del flujo de los mismos a través de la membrana. Las crisis
epilépticas se originan ante un desequilibrio entre los procesos excitadores e
inhibidores. En el Sistema Nervioso Central el glutamato es el
neurotransmisor excitatorio mas importante y el GABA (ácido gamma-aminobutírico), el
inhibitorio. La llegada de cada uno de ellos a su receptor específico supone la
apertura o cierre de distintos canales iónicos que originan un intercambio de
iones entre los espacios intra- y extracelular, alterando el potencial de
membrana. El GABA reduce la excitabilidad neuronal hiperpolarizando la
membrana celular, mientras que glutamato es potencialmente excitatorio, despolarizando
la membrana. El glutamato puede llegar a ser tóxico por lo que sus niveles
tienen que estar muy regulados.
En la
membrana de las neuronas del foco epileptógeno ocurre una despolarización
parcial permanente que se mantiene, en gran parte, por la existencia de
conexiones sinápticas excitadoras sincronizadas sin un control inhibidor.
Existen una serie de mecanismos que posiblemente intervienen en el desarrollo
de la crisis epiléptica como cambios en las proteínas de membrana
(principalmente receptores), niveles alterados de neurotransmisores (GABA,
glutamato) y neuropéptidos endógenos, cambios en la relación intra- y
extracelular de iones (por ejemplo, el aumento de iones potasio en el espacio
extracelular favorece la hiperactividad constante), e influencias colinérgicas
y monoaminérgicas sobre la zona epileptógena entre otras muchas que se han
hipotetizado en diversos estudios.
En la
siguiente imagen se ilustran los casos hipotéticos en los que se sufre una
convulsión parcial y una generalizada en relación con las señales que se
recogen en un electroencefalograma (EEG).
El EEG es un gráfico que registra la actividad eléctrica del cerebro, de modo
que cuando se incrementa la actividad cerebral, la amplitud y la frecuencia de
las ondas aumenta.
Askdoctork.com
Durante
el periodo de latencia o epileptogénesis (periodo entre convulsiones)
tiene lugar la cascada de eventos que transmutan un cerebro no epiléptico en
uno que descarga convulsiones espontáneas. Durante este periodo de latencia un
tratamiento específico puede detener o modificar el proceso epileptogénico e
influenciar positivamente la calidad de vida del sujeto epiléptico. Los fármacos
antiepilépticos (AEDs, del inglés anti-epileptic drugs) clásicos actúan básicamente sobre canales
iónicos de sodio o calcio dependientes de voltaje, impidiendo la
despolarización de la membrana neuronal. Los nuevos AEDs, en cambio, pretenden
favorecer la acción del GABA a distintos niveles (agonistas, inhibidores de la
recaptación y de la degradación, etc.) o mediante efectos antiglutamatérgicos.
Por desgracia, estos fármacos solamente tienen acción sintomática, no
antiepileptogénica, es decir, reducen la aparición de eventos de manera
sintomática pero no impiden que la epileptogénesis tenga lugar. Además, muchos
de estos compuestos muestran efectos secundarios que influencian y/o
condicionan tanto la calidad de vida de los pacientes como las propias
convulsiones.
Para más inri,
después de más de dos décadas en las cuales un nuevo AED se comercializa casi
anualmente, un 30% de los pacientes
permanecen incontrolados. A fecha de hoy, cerca de 15 millones de pacientes
alrededor del mundo tiene epilepsia
refractaria o resistente al tratamiento. En estos casos, y con el fin de
disminuir la frecuencia de convulsiones, el médico puede recomendar una dieta
especial y reducir el estrés, así como el consumo de alcohol, drogas y
estimulantes o, incluso, se puede recomendar la cirugía para extirpar las
células cerebrales anormales que causan las convulsiones. Sin embargo, estas
aproximaciones siguen siendo insuficientes por lo que la mejora de los
tratamientos actuales o el desarrollo de nuevas terapias siguen siendo
absolutamente necesarios.
A
continuación os dejamos un vídeo bastante impactante en el que se muestra una
persona con epilepsia conectada a un aparato de EEG sufriendo un ataque. Se
puede apreciar el incremento en las ondas cerebrales que llega a salirse de la
escala de la gráfica.
Por todo
lo citado anteriormente, muchos esfuerzos en investigación se han centrado en
la identificación de nuevas terapias capaces de lidiar con la epileptogénesis,
la epilepsia y los problemas relacionados con ambos fenómenos. Un gran énfasis
se ha puesto en los fitocannabinoides,
compuestos sintetizados por varias especies de cannabis. El cannabis se ha
utilizado ampliamente de forma medicinal durante siglos en el tratamiento de
diversos desórdenes neurológicos, incluyendo la epilepsia. Actualmente su uso
se limita exclusivamente para tratar el dolor y la espasticidad en esclerosis
múltiple, y para tratar las náuseas en quimioterapia. El cannabis contiene más
de 80 fitocannabinoides y, aunque poco se conoce acerca del potencial efecto
terapéutico de estas moléculas, el interés farmacológico de esta planta
(principalmente especies cannabis sativa y cannabis indica) surge
tras la identificación de los dos principales componentes neuroactivos del
mismo: tetrahidrocannabinol (THC), que es psicotrópico y cannabidiol
(CBD), no psicotrópico;
junto con el descubrimiento de una vía
de señalización cannabinoide endógena en nuestro organismo (no confundir
neuroactivo con psicotrópico). El uso terapéutico del THC se encuentra limitado
a sus efectos psicotrópicos y secundarios. Además existe controversia respecto
a su efecto sobre las convulsiones ya que ha demostrado tener actividad anti- y
pro-convulsiva en diferentes estudios. Por otro lado, en los últimos años se ha
investigado mucho acerca del CBD como alternativa al THC, incluyendo algunos
estudios con pacientes con epilepsia refractaria o resistente a tratamiento.
Sensiseeds.com
El CBD ha
demostrado tener propiedades anticonvulsivas
tanto en estudios con modelos animales de epileptogénesis y varios tipos de
epilepsia, como en algunos ensayos clínicos. En comparación con los AEDs
actualmente utilizados, ha demostrado una eficacia similar pero con un mejor
perfil de efectos secundarios en varios de estos modelos animales. Sin embargo,
se necesitan más estudios para caracterizar mejor su perfil farmacocinético y
los mecanismos moleculares que le otorgan sus propiedades farmacológicas en
epilepsia y otros procesos patológicos, ya que sus posibles dianas moleculares
no están totalmente claras. Lo que si se ha demostrado es que el CBD, a
diferencia del THC, no activa los receptores cannabinoides tipo 1 (CB1) y tipo
2 (CB2), situados, entre otros sitios, en la membrana de las neuronas del SNC,
y no solo eso, si no que antagoniza los ligandos de estos receptores de forma
muy potente. Es decir, a pesar de su semejanza estructural con el THC, la
actividad anticonvulsiva del CBD no está mediada por interacción con los
receptores cannabinoides. Esto explica su carencia de efectos psicotrópicos y
su nula participación en la vía de señalización endocannabinoide del organismo.
Relacionado
con sus propiedades anticonvulsivas, se ha demostrado que el CBD puede
influenciar y actuar sobre la hiperexcitabilidad neuronal de diferente manera:
- Reduciendo la liberación sináptica de glutamato como resultado de su antagonismo en el receptor cannabinoide GPR55.
- Activando receptores 5-HT1A que inducen la liberación de β-endorfina, un “opioide endógeno” del organismo con efectos ansiolíticos, antidepresivos y analgésicos.
- Estimulando y desensibilizando el canal TRPA1, un receptor cuya activación interviene en el dolor y estrés.
- Estimulando y desensibilizando los canales TRPV1 y TRPV2, que median en la transmisión del dolor.
- Inhibiendo la recaptación sináptica de noradrenalina, GABA, adenosina y dopamina, neurotransmisores con acción inhibitoria, efecto “sedante” y/o efecto placentero o de refuerzo sobre la actividad neuronal.
Se ha
hipotetizado sobre otras posibles dianas de actuación pero se necesitan más
estudios para aclarar este punto y la relación de esas dianas con la epilepsia. Además, se ha observado que
el CBD tiene la capacidad de interaccionar con otras drogas. Por ejemplo, su
interacción con clobazam puede ser
utilizada para controlar la epilepsia y, concretamente, la resistente al
tratamiento. El clobazam es uno de los AEDs actualmente utilizados, una
benzodiacepina (BDZ) muy potente que reduce la actividad eléctrica anormal de
las neuronas al incrementar la actividad inhibitoria de GABA. Su mecanismo de
acción se detalla en la siguiente figura:
Intranet.tdmu.edu.ua
Hasta la
fecha, mayo de 2016, solo se han publicado cuatro artículos de estudios
clínicos sobre la aplicación terapéutica del CBD junto con otros AEDs. Todos
muestran indicios de mejora en cuanto al tratamiento de la enfermedad y sus
síntomas pero no se esclarece si CBD es efectivo per se o a través del
incremento de los efectos de otros AEDs debido a su interacción. Se necesitan
más estudios clínicos con un mejor diseño, dobles ciegos y aleatorios,
incluyendo pacientes con síndromes epilépticos homogéneos y bien definidos, ya
que en muchos casos no todos los pacientes padecían el mismo tipo de epilepsia,
lo dificulta la interpretación de los resultados. Con ello se conseguirá
información fiable sobre la eficacia y seguridad del CBD.
Muchos de
estos estudios ya se están llevando a cabo a día de hoy, empleando derivados
naturales o sintéticos de CBD, CBD+clobazam, así como el propio CBD. Los
resultados previos son prometedores, incluyendo una disminución de convulsiones
y un perfil de seguridad favorable, destacando el caso de CBD+clobazam donde parecen alcanzarse los mejores resultados.
Centrándonos en la epilepsia refractaria o resistente al tratamiento, en uno de
los ensayos clínicos más actuales (Devinsky 2016) se ha demostrado que el CBD
puede reducir la frecuencia de convulsiones y tiene un adecuado perfil de
seguridad en niños y jóvenes con epilepsia resistente a tratamiento. Además se
demostró que el 50 % de los pacientes tratados con CBD y que a la vez tomaban
clobazam, tuvieron una reducción de más del 50% en la frecuencia de
convulsiones, mientras que los pacientes de estudio que solo tomaron CBD la
reducción fue menor. Solo 3% pacientes desarrollaron efectos secundarios entre
los que destaca la somnolencia, disminución del apetito y diarrea. Estos
estudios comienzan a proporcionar evidencias (o están en proceso de hacerlo) de
que el CBD puede ser una opción efectiva para tratar la epilepsia y, más
concretamente, la epilepsia resistente a tratamiento.
Cbdy.com
El CBD ha
demostrado, además, poseer propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y
neuroprotectoras en modelos animales, que pueden ser útiles para tratar con
otros desórdenes neurológicos, a la vez que se ha sugerido que puede presentar
propiedades antipsicóticas, antidepresivas y ansiolíticas. De hecho, un estudio
demostró que un tratamiento prolongado con CBD puede prevenir déficits de
memoria en un modelo de Alzheimer en ratones (ver referencias).
Teniendo
en cuenta todo lo anterior, podemos decir que el CBD se presenta como una
potente opción terapéutica no solo para la epilepsia, sino para otros muchos
desórdenes. Aunque en modelos animales las conclusiones obtenidas son
favorables y prometedoras, en estudios clínicos con pacientes humanos estamos
en proceso de conseguirlas. Aun así, los resultados previos son muy prometedores.
De forma más específica, constituye una gran esperanza en pacientes con
epilepsia refractaria, cuya calidad de vida se encuentra afectada de forma muy
severa y que, en algunos casos, les cuesta la vida.
Otro
punto a tener en cuenta son los efectos positivos del CBD sobre la función
cognitiva así como en el estado de ánimo que pueden ser útiles teniendo en
cuenta las comorbilidades que arrastra la epilepsia, las cuales representan un
problema importante en el manejo de estos pacientes.
Todos
estos datos deben ser considerados a la hora de influenciar las leyes
regulatorias de muchos países en el mundo, intentando acelerar el uso clínico
legal del CBD. Hasta la fecha solo unos pocos especialistas médicos aprueban el
uso clínico de marihuana y, concretamente, de CBD para tratar epilepsia grave
pero el 98% de los pacientes que lo han probado recomienda su uso y afirman que
les ha ayudado.
Llegados
a este punto, este post no implica una defensa del uso del cannabis como
agente terapéutico en epilepsia ya que el consumo directo de cannabis, lo que
constituye a su vez el consumo de una mezcla compleja de fitocannabinoides con
efectos psicotrópicos, adictivos y neurodegenerativos, entre otros, tendría un
efecto negativo más severo que beneficioso como agente anticonvulsionante. Sin
embargo, este último efecto sí que se consigue con compuestos purificados y
administrados individualmente, entre los que destaca, como hemos visto, el CBD.
Gracias por
habernos dedicado unos minutos.
¡Esperamos que
hayáis disfrutado!
REFERENCIAS
- Mechanisms of epileptogenesis: a convergence on neural circuit dysfunction. Goldberg EM, Coulter DA. Nat. Rev. Neurosci. 2013, 14:337-349.
- Cannabis and endocannabinoid signalling in epilepsy. Katona I. Handb. Exp. Pharmacol 2015, 231:285-316.
- Cannabidiol in patients with treatment-resistant epilepsy: an open-label interventional trial. Devinsky O, Marsh E, Friedman D, Thiele E, Laux L, Sullivan J, Miller I, Flamini R, Wilfong A, Filloux F, Wong M, Tilton N, Bruno P, Bluvstein J, Hedlund J, Kamens R, Maclean J, Nangia S, Singhal NS, Wilson CA, Patel A, Cilio MR. Lancet Neurol 2016, 15(3):270-8.
- Cannabidiol and epilepsy: Rationale and therapeutic potential. Leo A, Russo E, Elia M. Pharmacological Research 2016, 107: 85-92.
- Cannbinoids in the treatment of epilepsy. Friedman D, Devinsky O. N Engl J Med 2016, 374(1):94-5.
- Antiepilépticos: Aportación de los nuevos fármacos. Saíz RA. Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud 2004, vol 28 nº2.
- Investigational new drugs for focal epilepsy. Mula M. Expert Opin. Investig. Drugs 2016, 25(1)1-5.
- OMS: http://www.who.int/es/
- Sociedad Española de Neurología: http://www.sen.es/
- www.nlm.nih.gov/medlineplus
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