Tal y como
anunciábamos en el post anterior, os traemos una nueva entrada mucho más práctica e interactiva sobre aditivos alimentarios. En esta ocasión
vais a ser vosotros los que nos contéis qué es lo que sabéis. Hemos salido a la calle a realizar una encuesta a personas de
todas las edades en relación a estos compuestos y su uso. Analizaremos las
respuestas y sacaremos conclusiones al respecto. Hemos de agradecer a todas las personas que han participado su gran colaboración y entusiasmo. Es muy satisfactorio encontrar este tipo de feedback cuando pretendemos que la gente aprenda sobre un tema determinado. Os enseñaremos también a analizar los aditivos que llevan los alimentos que consumimos y cómo buscarlos, utilizando ejemplos reales de etiquetas nutricionales. Finalmente hablaremos de una app en la cual introduciendo el número E
o el nombre completo de un determinado aditivo nos devuelve instantáneamente
una ficha descriptiva del mismo, incluyendo qué clase de compuesto es, su
origen y si su uso ha reportado algún efecto adverso alguna vez, entre otras muchas cosas.
¡No os lo perdáis!
¿Qué sabe la gente acerca de aditivos alimentarios?
Una de las
cosas que defendemos es que se debe poseer información suficiente sobre un determinado
tema antes de hacer saltar las alarmas o de caer en tópicos sin fundamento. Por
ello, queríamos averiguar primero qué es lo que la gente sabe acerca de aditivos alimentarios.
Carpeta en mano, nos fuimos a realizar una encuesta a puntos de confluencia
clave como lo son el Hospital General y la Universidad de Alicante, y el
Hospital Joan XXIII y la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Pudimos
obtener las respuestas de 42 personas cuyo rango de edad varía entre los 17 y
los 73 años. Todas las preguntas y respuestas se resumen en la siguiente tabla (click para ampliar).
Sin más preámbulo, vamos a
analizar todas las respuestas, haciendo distinción por
edad en las que sea necesario o interesante:
Una tercera parte de las personas encuestadas consumen
alimentos preparados o precocinados de manera habitual, los
cuales suelen contener una gran cantidad de aditivos alimentarios,
principalmente conservantes. Este dato no nos sorprende ya que, como dijimos
anteriormente, el ritmo de vida tan acelerado que llevamos y la oferta
creciente por parte de los mercados hace de la compra de estos alimentos una
solución fácil, rápida y cómoda. La clasificación de las respuestas a esta
pregunta por edad no reveló que las personas jóvenes consumieran una mayor cantidad
de alimentos de este tipo, al contrario de lo que suele parecer.
Alarma el
hecho de que casi el 75% de las
personas encuestadas no posea, ya no formación, sino algún tipo de información
o patrones básicos de nutrición y, concretamente, de aditivos alimentarios. En
esta ocasión la clasificación de la respuesta por edad sí que resultó
reveladora. Dividimos las edades en tres grupos: menores de 25 años, edad
entre 25-45 y mayores de 45 años. Como se puede observar en el siguiente
gráfico, la carencia de información aumenta conforme se incrementa la edad de
los participantes.
Puede que este
incremento no sea nada espectacular pero nos puede estar indicando que la
gente joven está algo más informada que la de mayor edad sobre el tema. Uno de los motivos quizá sea la conciencia cada vez mayor por parte de los docentes, eventos sociales como maratones de nutrición y “vida sana”, y a la búsqueda
de un físico saludable y tonificado que, en cierto modo, nos obliga a informarnos, principalmente sobre pautas nutricionales y la búsqueda de
productos orgánicos y/o “ecológicos”. Pero lo cierto es que este ligero
incremento en la cantidad de información que los jóvenes poseen no debe suponer ningún alivio ya que el 65% de las personas
menores de 25 años y el 70% de las
personas entre 25 y 45 años no posee conocimiento alguno en lo que al
tema se refiere.
Siguiendo con
el orden de las preguntas realizadas, solo el 36% de los consumidores leen las etiquetas informativas en busca de
los aditivos que contienen sus productos. Pero aun así, el 95% tiene la impresión o le parece que existe un uso excesivo de
estos compuestos en la actualidad ¿Cómo es esto posible? Una de las respuestas que más recibimos al
realizar esta pregunta fue “Si, hoy en
día todo lleva algo”, refiriéndose a los aditivos. Es decir, la gente sabe que
muchos de los productos que consumen llevan aditivos, sean de la clase que sea,
pero la mayor parte no se detiene a examinarlos, debido en parte al desinterés
que genera el desconocimiento. Si una persona no sabe interpretar los números
E, por ejemplo, ¿De qué le va a servir leer las etiquetas? Solo sabrá que sus
productos contienen aditivos pero no cuales ni por qué. Unos párrafos más abajo os enseñaremos a cómo
solucionar este problema, esperando que sirva para ayudaros a crear una
opinión propia sobre el uso de estos compuestos basándonos en datos objetivos.
Hablando de números E, más de
la mitad de los encuestados (55%) no
sabían lo que son. La pregunta no iba dirigida a que supieran qué es cada uno
de los números E, por supuesto, sino a ver si los identificaban como aditivos
alimentarios. Una vez que se lo explicamos y les comentamos que en Europa la
EFSA se encarga de darle un número a cada uno de ellos para, en teoría, facilitar su nomenclatura y clasificación, les realizamos la siguiente
pregunta. Dicha cuestión iba dirigida a evaluar la confianza que tienen los
consumidores en la autoridad alimentaria pertinente (EFSA en nuestro caso) y
el nivel de sugestión creado por los datos que la acompañaban. La pregunta
decía lo siguiente: “Si le dijera que,
por ejemplo, el E211 es benzoato de sodio o que el E252 es nitrato de potasio,
dos compuestos que de forma aislada son altamente tóxicos, pero cuyo uso como
conservantes es muy habitual y están aprobados por las autoridades competentes
¿Seguiría comprando alimentos que los contengan?”. Cuando decimos de forma aislada nos referimos a los
compuestos puros, con calidad de laboratorio, cuyo envasado lleva la
etiqueta de compuesto tóxico, cosa que fue explicada en todo momento durante la
encuesta. El 62% de los
participantes aseguraron que no volverían a consumir alimentos que los
contuvieran, mientras que el 38%
restante afirmaron que si están regulados y aprobados no debe haber ningún
peligro en relación a su consumo. Si estas personas supieran que, por ejemplo, la cafeína que toman a diario en el café de forma aislada tiene una toxicidad enormemente alta y que en su envase no falta la temida “etiqueta
amarilla con la calavera”, se detendrían un momento a reflexionar antes de
emitir un juicio definitivo.
A la siguiente pregunta, el 79% respondió que cree que si en vez de
poner el número E en las etiquetas de los alimentos pusiera el nombre químico
completo de los aditivos la gente consumiría menos productos que los contuvieran.
Esto es a lo que nos referíamos con el doble uso de los números
E en el post anterior. Surge en este comtexto el término “quimiofobia”, definido como una aversión irracional o prejuicio contra
todas o ciertas sustancias químicas, según el caso. Dicho
miedo puede deberse a conceptos erróneos acerca del daño potencial de ciertos
compuestos o, principalmente, a la falta de concepción de que todo, incluyendo
nosotros, está formado por sustancias químicas, y que un nombre químico u otro no
debe despertar en nosotros ninguna reacción de rechazo a priori. Lo anterior radica, en la mayoría de los casos, en el desconocimiento y, como ya dijimos,
el uso de números E es una estrategia comercial empleada en algunos casos para
ocultar el origen químico de algunos compuestos que pueden suscitar tal
reacción por parte de los consumidores, ya que no siempre se etiquetan los
aditivos con dichos números sino que a veces se puede poner el nombre completo tal
cual. Un ejemplo muy extendido es la aversión a los ácidos, pero la realidad es
que estos compuestos forman parte de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, el ácido ascórbico es la
vitamina C y un antioxidante ampliamente utilizado; el ácido acético es el
componente esencial del vinagre e incluso el ácido cítrico es el componente característico
del zumo de limón. Dicho todo esto, llamamos a la racionalidad y a la calma. Hay
que ser realista y tener una visión de 360º antes de plantarnos en una opinión
fija.
Finalizando la
encuesta, el 98% de los encuestados
defendió que es necesario algún tipo de formación en nutrición o,
concretamente, en aditivos alimentarios a edades tempranas, principalmente durante
el colegio e instituto. Es asumible que una correcta formación en nutrición
debe incluir un apartado de aditivos, no centrándose exclusivamente en estos
últimos. A nivel general, defendemos una formación parcial en los colegios, por
ejemplo a nivel de charlas o seminarios, y la implantación de una asignatura de
nutrición en el instituto. A cortas edades, preescolar y colegio, es
fundamental que los padres carguen con esta responsabilidad. Es imprescindible
que la gente sepa cómo comer equilibrado, qué está comiendo y qué efectos
tienen esos alimentos en su organismo y, por supuesto, en el de
sus hijos. La nutrición supone una parte fundamental e imprescindible en
nuestra vida y no puede ni debe ser ignorada. Actualmente no hay ninguna
asignatura exclusiva de nutrición implantada en algún centro educativo. Si
bien es cierto que en algunas asignaturas se toca el tema en mayor o menor
profundidad, pensamos que no es suficiente. Llamamos también al autoaprendizaje, a buscar
información, a leer, a interesarse por el tema e, incluso, a disfrutarlo. Con
todas estas indicaciones encontraremos un futuro saludable para todos en el que
el desconocimiento sea una elección y no una alternativa.
¿Cómo podemos analizar los aditivos alimentarios de nuestros alimentos?
En este
apartado os enseñaremos dónde consultar los números E o los nombres completos
de los aditivos que aparecen en las etiquetas de los alimentos. Y qué mejor
ejemplo que hacerlo con una etiqueta real: hemos escogido una etiqueta al azar
que corresponde a un envase de jamón cocido. Observamos que aparecen el E-451i
y E-407 como estabilizantes, ascorbato sódico como antioxidante y el E-621 como
potenciador del sabor.
Para
identificar estos compuestos fácilmente podemos recurrir al listado de números
E aprobados en Europa y ordenados por categoría que nos proporciona el Consejo Europeo de Información Sobre la
Alimentación o EUFIC (del inglés
European Food Information Council),
disponible en formato PDF y que podréis encontrar en el apartado DOCS del blog. Ahí conseguiremos el nombre completo de cada compuesto a partir del
número E o viceversa, pero no podremos ir más allá. Para obtener información
adicional de cada compuesto debemos empelar otros recursos. Es por ello por lo
que os queremos presentar una opción algo más dinámica y que integra ambas
funcionalidades: nos informa del nombre o número E del compuesto y además nos
proporciona información detallada de cada uno de ellos, incluyendo descripción,
origen, uso, efectos secundarios y peligro/toxicidad. Hablamos de la página web
www.aditivos-alimentarios.com
y, si bien es cierto que es muy útil, debemos tener precaución respecto a los
apartados “efectos secundarios” y “peligro/toxicidad” ya que, como os hemos
enseñado, no todo es lo que parece a simple vista y hay que disponer de más
información antes de formar una opinión. Recordamos también que esta página web
no pertenece a ningún organismo oficial, simplemente hemos considerado que,
salvo los apartados mencionados, proporciona una información comprensible, útil
y fácil de leer. Siguiendo cualquiera de los dos recursos mencionados, podemos encontrar
que el E-451i es el trifosfato pentasódico, que el E-407 es carragenano y que
el E-621 es el famoso glutamato monosódico o MSG. El ascorbato sódico es E-301
pero en esta ocasión han indicado el nombre del compuesto tal cual. No entraremos a describir
la información detallada que nos proporciona la página web pero esta podría ser
una práctica de rutina sencilla e interesante para saber qué estamos comiendo y
por qué. En la siguiente imagen podéis ver un pantallazo de una búsqueda en la
página.
También
podemos consultar nuestros aditivos desde el teléfono móvil, agilizando la
búsqueda y llevándola a cualquier lado como, por ejemplo, al mismo
supermercado. Para ello disponemos de varias aplicaciones móviles o app que se encargan de realizar esta
búsqueda de forma casi inmediata. Algunas de ellas son, por ejemplo, Eat
Informed-Food Additives, E-inspect Food Additives, E-codes Free-Food Additives
o What Additives. Pero
nosotros nos vamos a centrar en la app denominada
Food
Additives Checker, disponible para teléfonos iPhone, Android o Windows.
Es muy intuitiva, rápida, fácil de utilizar y además no requiere conexión a
internet para usarse. Esta aplicación contiene una lista de más de 500 aditivos
alimentarios utilizados. De cada uno de ellos nos proporciona el nombre
completo, número E, origen, uso, función y nivel de seguridad por colores y
numerado del 1 al 5. Este nivel de seguridad se basa en efectos adversos
reportados y, de nuevo, hay que tener en cuenta que no es una información
proveniente de una entidad alimentaria oficial. Disponer de una aplicación de
este tipo nos puede ayudar mucho cuando estemos haciendo la compra y, además,
permite conocer qué aditivos debemos evitar si seguimos una determinada dieta,
como por ejemplo vegetariana, vegana o musulmana. También nos indica los
compuestos que pueden producir alergia o asma en determinadas situaciones y a
personas susceptibles, así como aquellos cuyo consumo no está indicado para
niños y por qué. Aquí podéis ver algunos pantallazos de la aplicación.
Esperamos haber cumplido nuestro propósito de hacer este post de aditivos alimentarios más práctico e
interactivo. Queremos saber la opinión de la gente y demostrar que en la
actualidad no es difícil estar informado de un tema determinado, gracias a las
innumerables fuentes y recursos de información que podemos utilizar. Más aún,
si el tema en cuestión está relacionado con nuestra salud y bienestar. Deseamos
haber despertado vuestra curiosidad y pensamiento crítico, y, sobre todo, que
hayáis disfrutado tanto leyendo este post como nosotros escribiéndolo.
Ante cualquier duda o sugerencia
no dudéis en contactar con nosotros.
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